en los ojos de un niño;
y llegamos a un acuerdo;
olvidando las ofensas,
de un amor más real,
invitamos y con quienes compartimos
la felicidad normal,
comparte con nosotros hoy nuestro pan;
olvida todos los ultrajes
¿Y tú?
“Dios responde a las preguntas del hombre y, bajo el impacto de las respuestas de Dios, el hombre plantea sus interrogaciones”
LA PASIÓN DE JESÚS
La expresión: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” del salmo 22 (21), Señor Jesús, revela la profundidad de tu agonía, el sufrimiento de tu alma, el sufrimiento de tu cuerpo en último abandono. De modo que, puedo afirmar con certeza que son tus palabras.LA MUERTE DE JESÚS
¿Dónde estás tú, Señor, cuando la noche negra se vuelve contra mí? Si como dice el salmista “de día te grito, y no respondes; de noche, y no me haces caso.” De hecho, es precisamente tu ausencia la que causa el dolor. Si tú estuvieras a mi lado, podría soportar cualquier dolencia y enfrentarme a cualquier tormenta. Pero me has abandonado, y ésa es la prueba, la soledad de la cruz en Viernes Santo.
La gente me habla de ti en esos momentos, lo hacen con buena intención, estoy seguro, pero no hacen más que agudizar mi agonía. Puesto que, si tú estás ahí, entonces, ¿por qué no te muestras? ¿Por qué no me ayudas? Si tú rescataste a nuestros padres en el pasado, ¿por qué no me rescatas a mí ahora?
Y sin embargo, por más que te busque y te llame, no parezco contar para nada en tu presencia. Una vez más me hago eco del salmista cuando afirma “yo soy un gusano, no un hombre”, o al menos así es como me siento en estos momentos, nada hay peor cuando me aprietas contra el polvo de la muerte.
Y si tú no estás aquí me sobra el aire, me sobra el sueño, todo termino… ¡Fracase! Como tú, en aquella cruz en que todo termino… ¿o no?
LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
Alguna vez algún amigo me dijo: “cuando todo está peor es cuando más debemos insistir”. No obstante, era necesario que tocara fondo, que llegara al fin de mis fuerzas para caer en la cuenta de que, LA SALVACIÓN ME VIENE SOLAMENTE DE TI. Me quejaba a ti de que me habías abandonado, precisamente porque sabía que estabas allí. Muéstrate ahora, Señor. Devuelve el vigor a mi cuerpo y la esperanza a mi alma, haz que yo vuelva a sentirme hombre con fe en la vida y alegría en el corazón, que vuelva yo a ser yo mismo y a sentir tu presencia. Eso es pasar de la muerte a la vida, y quiero poder dar testimonio de tu poder de rescatar a mi alma de la desesperación como prenda de tu poder de resucitar al hombre para la vida eterna....PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL:
1) ¿En qué momentos siento la necesidad y el derecho de orar con el salmo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”? Examina uno de esos momentos.Erick Fernando
“La alternativa en la que se constituye la espiritualidad no es la de alma y cuerpo, espíritu y materia, sino la de VIDA O MUERTE. Caminar según el Espíritu es caminar de acuerdo con la vida, el amor, la paz y la justicia (los grandes valores del Reino de Dios) y contra la muerte.”
Es posible constatar que al hombre le viene inherente una inquietud que trata de explicar su mundo y que le interroga por el significado y dirección de su existencia, cosa que no encuentra en las cosas que se le aparecen a la mano, por lo que, busca insistentemente un principio y fundamento último de sí y su libertad.
A la teología le corresponde asumir un talante esperanzador y práctico que le permita ser una reflexión con espíritu. Es necesario que la teología no olvide su estatuto espiritual, debe ser hecha con espíritu y con el Espíritu de Dios pues sólo así será capaz de comunicar espíritu y el Espíritu de Dios. En otras palabras, el nivel de la VIVENCIA de la fe sostiene el de la INTELIGENCIA de la fe. La firmeza y el aliento de una reflexión teológica están precisamente en la experiencia espiritual que la respalda. Una reflexión que no ayude a vivir según el Espíritu no es una teología cristiana. En definitiva, toda auténtica teología es una teología espiritual.
Consecuentemente, ese hacer la experiencia de Dios tendría que llevar al hombre a hacer la historia según Dios. Si la teología no ayuda a que el espíritu del creyente esté a la altura del paso de Dios por la historia, hará muchas otras cosas buenas, pero no la fundamental ni la más urgente hoy: caminar de acuerdo con la vida y contra la muerte.
Para concluir, lo divino interpela al hombre en toda su humanidad, por ello mismo para el cristianismo es tan importante el misterio de la Encarnación, en la que el mismo Dios se hace hombre. Sin embargo no hay que perder de vista que en el acto de captación objetiva, la aprehensión de lo que signifique “Dios”, va ligada a un enmudecimiento ante el mismo, debido a que al enfrentarse a lo misterioso éste resulta siempre huidizo y escurridizo. A pesar de ello, no podemos perder de vista que para el creyente, el Dios de Jesucristo, que es fundamentalmente “Papito”, no es de ninguna manera un ideal o una proyección, sino radicalmente una realidad, más aún una realidad que configura su manera de ser y de existir, una realidad que se aparece, se revela, apela al hombre y le exige responsabilidades. En consecuencia, la reflexión teológica no puede ser simple actividad trivial, sino más bien actividad fundada en la reactividad, y reactividad que de ninguna manera puede ser enajenante, ni mucho menos alienante, sino todo lo contrario, reactividad que hace al hombre volver la mirada a lo que lo libera de manera más radical y lo hace más humano entre los humanos, es decir que lo hace testigo fiel de la resurrección.