martes, 3 de marzo de 2009

Sobre la Oración y el Padre Nuestro

Cuántos años y cuántas veces he pronunciado esta oración del Padre Nuestro, en cuántos lugares y ante cuántas situaciones, ante cuáles personas y por cuántas intenciones. Y aún así, a veces siento que no digo nada. No sé si Dios me escucha. Y pareciera que o debo buscar otros discursos o bien, darme por vencido de una vez por todas. Sin embargo, hoy Jesucristo me da una palabra que me hace querer intentar las cosas una vez más: “El Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan”; e insiste: “por eso no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar, serán escuchados”.


“Serán escuchados.” Pero yo pocas veces me detengo a escuchar a Dios. Mucho menos si me presenta su palabra como yo no la esperaba. Con palabras que me hacen ver el absurdo de mis acciones o por medio de personas a quienes tengo en poca estima y menos aún, si me pide tomar compromisos de frente a esa palabra. No obstante, ya el profeta Isaías me recuerda que el Señor afirma: “La palabra que sale de mi boca no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión.”

“Cumplirá su misión”. Te ruego, Padre bueno, que también yo sea capaz de cumplir mi misión, para que el Reino del que nos habló tu Hijo se haga presente y sensible “tanto en el cielo como en la tierra.” Enséñame a cumplir tu voluntad, para ser más dócil y menos pedante, y así tener siempre presente el compromiso que me pide tu Palabra: “perdonar a los que me ofenden, para sentirme en confianza de pedir tu perdón.”

Y como seguramente, he de olvidar pronto lo que me exige el llamarte “Padre nuestro”, te pido también que, no me permitas quedarme en la tentación, sino aprovecharla para aprender a hacer el bien.

Por último, te dedico los versos de una canción que escuche hace poco y me hizo pensar en ti. Es de Beto Cuevas, el ex-vocalista de La Ley, ahí te lo encargo.

Háblame… Aunque no te escuche, háblame
Mírame… Aunque no me veas, mírame
Porque yo te siento, desde el universo hasta el final
Vivo eternamente en ti

Háblame… No me ignores, sólo háblame
No me creas lejos
Siénteme… Estoy muy cerca, sólo siénteme
Porque el día es corto y la noche invita a olvidar
Que fuimos uno y nadie más pudo remplazarnos

Resistiré hasta que termine este dolor
Perdonaré si ya no estás

Somos lo que somos
Estamos solos
Y nos entendemos a lo lejos
Somos lo que somos
Estamos todos desunidos
pero queremos amor

Háblame… No me ignores, sólo háblame
Mírame… Estoy muy cerca, sólo siénteme
Porque el día es corto y la noche invita a olvidar
Que fuimos uno y nadie más
Vivo eternamente

Padre Bueno, bendice a esta comunidad de misioneros en formación, para que ya no estemos ni solos ni desunidos y nos ocupemos en dar cumplimiento a tu voluntad. Amén.